20 de febrero de 2015

Un futuro sin CREATIVIDAD... eso nos espera (TDAH en niños, un engaño sin limites)


Necesito vuestra ayuda... la de todos. Combatamos el diagnóstico de “Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)”.
Nos vamos a quedar sin una generación de creativos, inventores, artistas... gente inquieta con una visión del mundo diferente a la mayoría. Esos que hace un tiempo siendo inquietos, distraídos, poco atentos, solitarios, activos en desmedida, desorganizados, etc., soñaban y construían el mundo diferente en el que ahora vivimos. Genios como Einstein, Bill Gates, Graham Bell, Hans Christian Andersen, Julio Verne, Beethoven, Walt Disney, Galileo, Picasso, Lincoln, Dalí, Newton... no hubieran desarrollado todas sus capacidades de haber nacido en estos tiempos. Estarían dopados.
Pero en la actualidad cientos de miles de niños están siendo amputados de sus percepciones, comportamientos, sentimientos y emociones... para siempre.
Cuánto dinero desearán seguir ganando esos facultativos (psiquiatras, pediatras, médicos de cabecera...) que actualmente diagnostican de TDAH al 20% de los niños norteamericanos y por encima del 10% de los niños europeos. De los cuales están medicalizados cerca del 50% con fármacos similares en composición química a la anfetamina y tan adictivos como la cocaína (metilfenidato, clasificado por la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos como un narcótico de Clase II: la misma clasificación que la cocaína, la morfina y las anfetaminas).
Es curioso constatar que en la mayor parte de los países occidentales, el metilfenidato (producto estrella para este trastorno inventado) no está autorizado para su uso, ni en adultos, ni en pacientes de edad avanzada, ni en niños menores de 6 años, porque no se han establecido la seguridad y eficacia en estos grupos de edad. ¿Y sí se han establecido para niños, adolescentes y jóvenes que los consumen a bocas llenas?
Ya en los años 70 era un tratamiento en auge (la niña del exorcista era consumidora de metilfenidato -Ritalín- por prescripción facultativa en la pelicula). Leon Eisenberg el gran creador de este trastorno (curioso que ni siquiera tenga entidad de enfermedad), unos meses antes de morir afirmó al semanario alemán “Der Spiegel” que se trataba de un ejemplo claro de “enfermedad ficticia”, y que lo más importante para su expansión fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene una base genética, con ello se disminuía el sentimiento de culpa de los padres al pensar que el niño ha nacido así y el futuro tratamiento con medicamentos adictivos era menos cuestionable.... y por lo tanto mucho más lucrativo. Confesó que lo que debería hacer un psiquiatra infantil (lo que el era) es tratar de establecer las razones psicosociales que pueden provocar determinadas conductas, un proceso que lleva tiempo, por lo que prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido... y lucrativo.
Tras estas revelaciones de Eisenberg, la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove informó que tras un estudio de 170 miembros del grupo que se dedica a editar el Manual de Trastornos Mentales (DSM), el 56% tenía una o más relaciones financieras con empresas de la industria farmacéutica.
Las personas a las que les tildan con el diagnóstico de TDAH, dan la impresión de estar ausentes, sin embargo, aunque parezcan que no están en la habitación, en la sala o en el aula, están fotografiando absolutamente todo lo que existe en el lugar. Probablemente si no se ha captado su atención estarán ensimismados en sus pensamientos, seguramente dentro de un tema que es de su interés, o bien escudriñando todos los objetos de alrededor pensando la utilidad de cada uno. Al hacer esto su cerebro está funcionando, no está pensando en las musarañas como se suele decir, incluso quizás está mucho más elaborado lo que está en su mente que los que atienden a una explicación o conversación. Y debido a ello, sin venir a colación, hacen una pregunta fuera del tema a tratar, lo que quiere decir que realmente no están ausentes, simplemente no les interesa el tema del que se habla.

Los psicólogos han descubierto que si dejas que tu mente divague puedes darte de cara más fácilmente con mejores ideas (pensamiento lateral, pensamiento divergente, o mente errante). La mente está huyendo continuamente del presente y lo estamos haciendo todo el tiempo decía Jonathan Schooler de la Universidad de California. Según algunas estimaciones, podemos pasar cerca de un 50% de nuestras vidas con nuestra mente a la deriva, lejos del momento actual, en un mundo interior que solo existe en nuestras cabezas... y eso no es un trastorno.

Actualmente los niños tienen otras aptitudes, fruto de las nuevas tecnologías, se comportan de otra manera, consecuencia de los rápidos cambios sociales, son más instintivos, menos reflexivos, devoradores de la vida que viven, la suya... y algunos de ellos, son tan inquietos, tan audaces, tan reivindicativos, tan impenetrables, tan desidiosos, como siempre han existido a lo largo de la humanidad... y eso no es un trastorno.

No acabemos con los sueños de estos niños, que serán los sueños del futuro de nuestra humanidad. Sólo necesitan una atención diferente, pero todos, todos los niños necesitan una educación diferente, acorde al siglo XXI en la que los mejores docentes deberían impartir sus conocimientos en los primeros años de enseñanza, donde se aprenden los fundamentos de todos los posteriores aprendizajes. Hacia los 7 años el alumno se encuentra en la fase más manejable y es cuando realiza algunas de las conexiones mentales fundamentales que le estructuraran toda su vida. Por eso debe considerarse esencial seleccionar a los mejores educadores para ayudar en ese proceso, en los que se requiera además una gran dosis de sensibilidad social, capacidad de comunicación y empatía, claro está que sazonado con aptitudes artísticas, tecnológicas y explicativas.

Parece unánimemente aceptado que, combinado con un alto cociente intelectual, los niños diagnosticados de TDAH poseen una alta capacidad creativa y de innovación, estimulando los instintos de experimentación. Esto explicaría que personas en las que coinciden un alto CI y un TDAH rindan notablemente más que la media y se asocien a ideas y conductas que, por significativamente distintas y contradictorias, poseen un alto valor de diferenciación y originalidad.

El metilfenidato puede ocasionar la muerte repentina en niños y adolescentes y tiene unos efectos secundarios de aparición frecuente reconocidos por profesionales a favor y en contra de la medicalización, como son: dolor abdominal, anorexia, mareos, dolor de cabeza, insomnio, nerviosismo, bajo peso y baja altura, aislamiento social, apariencia de estar "aturdidos o drogados", aspecto de psicosis o manifestaciones psicóticas, cambios en la personalidad, estreñimiento, sequedad en la boca, el aumento de la hiperactividad, aumento de la presión arterial, taquicardias, palpitaciones, cambios de humor (irritabilidad), náuseas, tolerancia... ¿a que os suena? Drogadictos.

Independientemente de si el Metilfenidato tiene efectos adversos o no, porque incluso sus más apasionados defensores, los niegan, ahora nos enfocaremos en una verdad innegable, algo que todos tanto defensores como detractores conocen, y es que al ser un estimulante, el metilfenidato, provoca dependencia física, psicológica, con tolerancia aguda que hace necesario el aumento progresivo de las dosis de la medicación, incluso en la página en línea de Novartis (empresa farmacéutica) se indica que el medicamento provoca dependencia y adicción. Si tenemos solo este factor importante en cuenta, deberíamos suspender por completo el uso de estimulantes en niños. Se debería crear una ley donde se prohíba su prescripción y uso en menores de 18 años, no solo porque puede provocar retardo en el crecimiento, convulsiones, cáncer, visión borrosa, depresión, etc., sino porque es un medicamento altamente adictivo, que enseña a los niños a utilizar drogas para resolver sus problemas. La dependencia en un medicamento psicoactivo para hacer que los niños estén listos para aprender, no solamente no es apoyado por la evidencia, sino que les enseña a los niños lecciones incorrectas acerca de cómo enfrentar el estrés y los retos de la vida.

Además, este nuevo comportamiento alcanzado, a priori socialmente más admisible, se ha asociado a una menor riqueza en la cantidad y abanico de expresiones emocionales, menos afán exploratorio y flexibilidad cognitiva, menor capacidad para asombrarse y preguntar, menor espontaneidad e iniciativa, humor plano y actitud más pasiva, aunque sobre esta cuestión persiste la controversia.

Desde el año 1992 el consumo de metifenidato se ha incrementado un 8% anual [Revista de Neurología 2003;37:806-810]. En 20 años el incremento ha sido de un 200%, correlativamente en ese tiempo el precio de “la pastillita” se ha incrementado en más del 500%. En España el despegue de la terapia farmacológica se demoró una década, coincidiendo con la comercialización en 2004 del metilfenidato en liberación prolongada. Actualmente nos encontramos entre los principales consumidores mundiales de metilfenidato (entre los años 2000 y 2012 las dosis diarias de metilfenidato en la población infantil se han multiplicado casi por 30), manteniendo un crecimiento exponencial constante (http://www.navarra.es/NR/rdonlyres/47EADFE7-470B-4BC7-B903-373C2E834804/278105/Bit_v21n6.pdf). La prescripción de metilfenidato es un negocio millonario, que no es un secreto para nadie, en un período de 10 años, "entre 1991 a 2001, el consumo de Ritalin se incrementó de 0,6 billones a 6,7 billones de dólares" (Mayes, Bagwell, Erkulwater, 2009, p. 351)

El sistema de salud de Navarra en su edición de nov-dic 2013 del Boletín Farmacoterapéutico indica con la mayor evidencia científica disponible que quizá la dinámica actual de la sociedad occidental no esté favoreciendo en el niño la atención sostenida, la demora en la recompensa, la estrategia reflexiva o el desarrollo de la inteligencia emocional y madurez que luego le demandamos. En este contexto, a menudo las familias y las escuelas se sienten desbordadas ante casos de comportamiento complejo por múltiples factores: falta de tiempo, carencia de habilidades específicas, dificultad para individualizar los itinerarios formativos, quiebra en la autoridad moral, presión competitiva, etc . Y una vez etiquetado el niño como enfermo, liberados en parte todos de nuestra respectiva responsabilidad, el fármaco se presenta como una opción cómoda, con resultados visibles a corto plazo, incluso más económica que otras alternativas alejadas de la farmacoterapia. El comprimido llega para reforzar, y acaso reformular, la identidad del menor.

Por ello hay autores que, seguramente con buen criterio, plantean la opción farmacológica como último recurso, útiles estratégicamente en momentos determinados y con carácter de urgencia inevitable, muy limitados en el tiempo mientras se evalúa rigurosamente el caso y el entorno se organiza a favor del niño. Hacia esta meta proponemos caminar, minimizando el impacto de la medicación, donde el proceso de evaluación sea más profundo y pausado, con perspectiva multifactorial, implicando seriamente a niños, familias y comunidad educativa, para finalmente abrir el abanico de soluciones alternativas. Porque el objetivo es claro: ‘Todo para el niño, pero con el niño’.

Los fármacos ocasionan efectos adversos cardiovasculares, psiquiátricos y endocrinos (algunos raros y muy graves, otros frecuentes con repercusiones ignoradas y/o desconocidas). También producen dependencia y abuso. Destruyen sueños, motivaciones, pasiones, ilusiones, emociones, sentimientos..., en definitiva: la magia de vivir.

Ayudadme por favor: Salvemos a nuestros HIJOS... Salvemos nuestro Futuro


José Manuel Párraga Sánchez
Papá de 3 hijos
Doctor en Psicología

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