3 de agosto de 2013

Cuentos de mi vida: "Tu estrella"

Era un tarde de verano, calurosa y húmeda tarde..., navegaba entre mis "cosas" y apareció de entre un montón de folios descuidados en una estantería olvidada, una viñeta, en la que una vez desdeñados los contornos de las palabras llegué a descifrar esa frase...   "muchas veces perderse es la mejor manera de encontrarse a uno mismo"...
¡Cristo bendito!, a veces me dan yuyu estos asaltos de casualidad... o mejor dicho de causalidad. ¿Por qué esa fracesita?... entonces vinieron a mis recuerdos aquello de lo importante que es ser emocionalmente independiente... y me hice la pregunta obligada ¿cuánto de independiente emocional he sido en mi vida hasta ahora?. No tanto como hubiera deseado ni tan poco como es la norma común. Ahora, eso si, tampoco me considero un "tacaño emocional" como algún amigo mío..., aunque es para pensárselo porque se vive un poco más cómodo con uno mismo. O no.
Quise dejarme de elucubraciones banales y me centré de nuevo en la viñeta y vino a mi mente ese gran axioma de vida en forma de frase de Ernest Henley "Yo soy el dueño de mi destino y el capitán de mi alma"... hay veces que uno se queda sin palabras y sin pensamientos cuando recuerda o lee por primera vez una expresión de esas características tan penetrantes... tan penetrantes como la mirada de un niño perdida en las estrellas.
Recordáis cuando erais niños y mirabais las estrellas... yo si. Pero no mirábamos las estrellas... acabábamos fijando nuestra visión y enfocando nuestra mirada en una sola estrella. Sólo en una..., en esa que nos atraía sobre todas las demás.
No era seguramente la que más brillaba, ni la más grande del firmamento, ni la que poseía ningún poder de atracción sobre nada... excepto para los ojos de ese niño. Era suficiente.
Ser emocionalmente independiente no es más difícil que fijar nuestra mirada en una estrella, no es más difícil que enfocar nuestra vida hacia nosotros mismos.
Son demasiadas las personas que jamás llegan a ser ellas mismas pues a menudo viven a merced de sus propios miedos y de los deseos, sino antojos,  de los demás, cultivando lentamente su propia desgracia. ¿Por qué?... Porque cuando miran a las estrellas solo ven el firmamento o las estrellas que otros quieren que vean.
Es agosto, el mejor mes para ver las Perseidas, pero aun bellas, no dejan de ser estrellas fugaces.
No esperes a ver las perseidas..., sal esta noche, busca un lugar oscuro y levanta tu vista al cielo esplendoroso que aparece cuando el sol nos dice hasta mañana... y enfoca tu mirada en esa estrella... sólo en esa. La más maravillosa de todas las estrellas del firmamento... tu estrella... Tú.

© José Manuel Párraga (... de cuentos de mi vida)   

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